Cómo realmente ayudar a los demás

Es cierto que la pobre mujer enferma, que ha estado trabajando todo el día para mantener a sus hijos pequeños, es una escena lamentable. Es cierto que el hombre famélico, obligado a trabajar día tras día para conseguir los medios para alimentar a su familia, no se considera un cuadro inspirador mientras camina fatigosamente hacia su hogar. Pero, ¿nosotros ayudamos a tales personas hundiéndonos en el fango y asumiendo el peso de sus cargas? Mientras miremos solamente su condición infeliz, nunca podremos idear ningún remedio para ello.

Si queremos ayudar, deberíamos volver nuestras mentes a una consideración sobre la salida para ellos y para todos quienes están en condiciones similares. Deberíamos habitar menos en sus necesidades y más en las formas de satisfacerlas de forma permanente. La compasión sensiblera no los salvará; la caridad no los salvará. Una organización más justa de la sociedad, una elevación mental y espiritual, una fe más alegre de su parte, a la cual podemos contribuir con nuestra propia actitud, les ayudará más que la compasión. Mientras nos arrastremos con ellos, no podremos ayudarlos.

Uno no puede salir de su entorno hasta que primero mira hacia afuera. La fe, la esperanza, el coraje les mostrarán la salida. Y aquellos que son más afortunados deben usar su fe, esperanza y coraje para inspirar a los más débiles. Nosotros anulamos nuestra capacidad de ayudar permitiendo la histeria sentimental. No ayudamos añadiendo nuestras propias dudas y miedos a los de los demás.

No importa cuál sea la condición de un individuo, es mejor ayudarlo a mirar hacia arriba que a mirar hacia abajo. Es mejor plantar la fe en su corazón que hipnotizarlo con un pesimismo desesperanzado. Ya tiene bastante pesimismo en su propia alma. No agregues el peso de tu compasión pesimista. Cuando se presente la oportunidad, enséñale a tener fe en sus propios poderes para encontrar la manera de mejorar las condiciones. Enséñale que es parte de la vida creativa del universo y que, en cierta medida, él puede desarrollar su propio destino; que el valor y la fe le mostrarán nuevos caminos de avance; que mientras sus ojos estén fijos únicamente en sus problemas, no podrá ver el camino de la liberación; que en todo el mundo una multitud en constante crecimiento, organizada y no-organizada, está trabajando por leyes humanas más justas mediante las cuales la sociedad ayudará y proveerá a aquellos que no están en condiciones de proveerse adecuadamente a sí mismos; oportunidades más plenas para la vida y la felicidad serán entregadas a aquellos que laboran con cabeza y manos para sus familias y hogares.

De cualquier manera práctica que puedas, ayuda a aquellos que necesitan ayuda temporal, pero no desperdicies tu energía en una compasión desesperanzada. Haz algo para traer permanentemente mejores condiciones a todos aquellos que son víctimas de la barbarie de la sociedad. Trabaja y vota por todas las leyes que promuevan la justicia social y económica. Deja que tu compasión sea dinámica y constructiva, entonces valdrá la pena. Entonces te fortalecerá a ti y será una ayuda real para los demás.

William E. Towne | The Nautilus, Diciembre, 1912.


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