La Vida es Más Simple de lo que Crees

La vida es simple, y así debe ser. Permitámonos fluir con ella, sin resistencias, depositando nuestra confianza en esa sabiduría universal que lo organiza todo. A menudo, complicamos nuestra existencia con miedos y preocupaciones que, vistos desde una perspectiva más amplia, resultan insignificantes.

Es en los momentos extremos donde apreciamos la verdadera simplicidad de la vida. La proximidad de la muerte tiene ese inusual poder de despojar todo lo superfluo, dejando solo lo esencial a la vista. Es entonces cuando las preocupaciones se disuelven, mostrándonos que la verdadera felicidad siempre ha estado a nuestro alcance, simplemente oculta detrás de trivialidades.

Estos momentos críticos nos invitan a reflexionar sobre el verdadero significado de la vida, enfrentándonos a una poderosa verdad: hemos desperdiciado demasiado tiempo en angustias sin sentido. Tiempo que hubiera sido mejor invertido disfrutando de las pequeñas maravillas cotidianas: la belleza de un amanecer, el canto de los pájaros, la compañía y el amor de nuestros seres queridos.

En estos instantes de claridad, la vida se muestra en su forma más pura, recordándonos que vivir puede ser tan sencillo como disfrutar de un helado o compartir una carcajada. Reír, saltar, celebrar; eso es, en esencia, vivir. Renacer con cada nuevo día. Todo lo demás, no son más que ilusiones pasajeras frente a la verdad.

Si te encuentras desmotivado, aburrido o infeliz, recuerda, esa no es la realidad. Estás vivo, y a tu alrededor se extienden incontables oportunidades. Hay más amor y alegría esperando ser descubiertos de lo que puedes imaginar. El miedo y la negatividad son solo sombras proyectadas por nuestra mente, obstáculos que impiden el flujo natural de la vida.

Observa la naturaleza; ella es una maestra en el arte de fluir armoniosamente. Los árboles, vibrantes de vida, celebran cada cambio de estación y se mecen con el viento, sin oponer resistencia. Mira a ese cachorro, cuya felicidad pura y simple surge de jugar con una pelota o disfrutar de un hueso. No busca compararse con otros, no le preocupa lo que tenga el perro vecino, no se angustia por la lluvia ni se enoja por el frío; simplemente vive y disfruta el momento.  

Estas pequeñas lecciones nos enseñan que la verdadera felicidad no necesita comparaciones ni posesiones; reside en vivir plenamente el momento presente.

Así es la vida: un constante vivir y disfrutar. Se trata de aceptarnos tal y como somos, encontrando la felicidad en nuestra propia esencia y en las cosas simples de la vida. Esto no significa renunciar a nuestros sueños, sino encontrar la alegría en el camino hacia ellos, viviendo plenamente el presente. La vida es simple, y en esa simplicidad radica su más profunda belleza. No necesitamos más.

Por Marcela Allen Herrera. Experta en Mindfulness y Filosofía del Nuevo Pensamiento.

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