Aceptemos Nuestras Luces y Sombras

Quizás hayas escuchado alguna vez que “Todos somos iguales”. Esta afirmación resuena en muchos de nosotros; la aceptamos y la celebramos. Pero luego, alguien menciona: “Todos somos únicos, no hay dos seres iguales en el mundo”. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿no habíamos acordado que todos éramos iguales?

La realidad es que ambas afirmaciones son correctas. Vivimos en un mundo lleno de paradojas, y hasta que no logremos reconciliarnos y comprender esto, la felicidad plena nos será esquiva. Somos seres de luces y sombras, perfectos e imperfectos al mismo tiempo. Poseemos una esencia divina perfecta, detrás de una mente que no lo es. Cada aspecto tiene su momento y su razón de ser.

En mi vida diaria, experimento esta paradoja con frecuencia. Por ejemplo, cuando me encuentro con alguien que me trata de manera desagradable, mi primera reacción es sentir rabia; mi mente se enoja y despotrica. Siento antipatía hacia esa persona, pero casi al instante, una oleada de compasión surge desde lo más profundo de mi alma. Entiendo que esa persona podría estar pasando por un mal momento, lo que explicaría su mal humor. Esta misma oleada de compasión me recuerda las ocasiones en que yo he estado de mal humor. Me encuentro entonces cara a cara con la gran paradoja: estoy enojada y, al mismo tiempo, siento compasión; es como si estuviera ‘compasivamente enojada’. Aquí es donde debo decidir qué voz escuchar, una elección que define todo lo que vendrá a continuación en mi vida.

Solo cuando aprendemos a vivir con esta paradójica dualidad divina, solo cuando podemos ver que somos divinamente perfectos y humanamente imperfectos al mismo tiempo, podemos comprender que realmente somos únicos y somos iguales, todo al mismo tiempo.

Así que celebremos nuestra autenticidad. Aprendamos a mostrarnos tal como somos, sin miedo a ser juzgados o rechazados. Aceptemos que somos una mezcla de virtudes y defectos. Esforcémonos por escuchar la parte más elevada de nuestro interior, pero sin pretender que es la única que tenemos. Reconozcamos nuestras luces y sombras. Esta es la verdadera aceptación de nuestra naturaleza, una aceptación que no solo nos libera, sino que también nos empodera para vivir de manera más plena y auténtica.

Por Marcela Allen Herrera. Experta en Mindfulness y Filosofía del Nuevo Pensamiento.

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