El crecimiento no sucede por obra de magia. No es que un día te despiertas y, de repente, un árbol ha aparecido en tu jardín. Es un proceso largo y complejo. Pensemos en un árbol, uno tan fuerte y majestuoso como el roble. Primero, fue solo una diminuta semilla; luego, poco a poco, se convierte en una frágil ramita que parece no aguantar ni el más mínimo soplo de viento. Ahí está, a merced de la naturaleza, enfrentando su fragilidad con valentía. En ese instante, es casi imposible imaginar el grandioso árbol en el que se transformará algún día. A través de tormentas y días soleados, esa ramita no hace más que crecer y fortalecerse, hasta que, sin apenas notarlo, se ha convertido en un roble fuerte y majestuoso.
De manera similar, este proceso se refleja en cada uno de nosotros. En algún momento, todos nos hemos sentido igual de vulnerables, como si el próximo problema, por más pequeño que sea, pudiera arrancarnos de raíz. La lluvia, las tormentas, parecen gigantes imposibles de enfrentar. Pero, cada vez que el viento nos sacude y seguimos en pie, o cuando nos caemos y logramos levantarnos, nos hacemos un poco más fuertes, un poco más resistentes. Todo lo que vivimos, de alguna manera, nos ayuda a crecer.
Las personas que nos cruzamos también contribuyen a nuestro crecimiento. Aquellos que nos enseñan a través del amor y el ejemplo, así como los que nos marcan con el dolor y el sufrimiento. En esta gran escuela de la vida, no hay elemento o encuentro que no aporte una lección. Más aún, estas experiencias son esenciales para revelar nuestra verdadera esencia.
Así que, si estás atravesando momentos difíciles, si sientes la necesidad de llorar, de expresar tu frustración, o incluso sentirte un poco perdido ante lo que está pasando, está bien. Desahógate. Libera esas emociones que te agobian. Pero después, sécate las lágrimas, levántate y sigue adelante. Recuerda que incluso el dolor, si lo sabemos manejar, se puede convertir en un escalón. Y sin que te des cuenta, esos pequeños pasos te van haciendo cada vez mejor, más fuerte, más sabio, más auténticamente TÚ.
Por Marcela Allen Herrera. Experta en Mindfulness y Filosofía del Nuevo Pensamiento.