Cómo la concentración puede ayudarte a manejar tus estados de ánimo

¿Cuánto tiempo puedes concentrar todo tu pensamiento en un solo acto a la vez? ¿Puedes hacer tres nudos en una cuerda y poner todo tu pensamiento en el atado de esos tres nudos, sin dejar que intervenga ningún otro pensamiento?

Quizá digas: “Puedo hacer un nudo igual de bien y pensar en muchas otras cosas”. Posiblemente, sí. Pero, ¿puedes hacer esos tres nudos y pensar solo en nudos?, ¿o acaso tu mente ha caído en el hábito de desviarse y pensar en una docena de asuntos diferentes por minuto, hasta el punto de que has perdido la capacidad de concentrarte en una sola cosa durante diez segundos consecutivos?

Cuando cultivamos este poder de concentrar toda nuestra fuerza en un solo acto, estamos cultivando también el poder de lanzar toda nuestra mente de un tema a otro. Eso significa que podemos sacar toda nuestra mente de un problema hacia lo que puede resultar un deleite, olvidar una pena en un alegre ejercicio. La pena, la pérdida, la decepción y el desánimo hieren a muchas personas. 

Podemos decirle a alguien que está afligido: “No deberías pensar en esto, en aquello o en lo otro”. ¿Pero le decimos cómo puede apartar su mente de su problema? 

Si en una situación de angustia mental puedes concentrar todo tu pensamiento, aunque sea por un segundo, en alguna otra actividad, por ese segundo te habrás liberado de tu problema. En ese segundo habrás ganado un átomo de poder de concentración. Estamos entonces en el camino hacia el dominio absoluto de nuestras mentes y estados de ánimo.

En la actualidad, para muchos, es el estado de ánimo el que gobierna la mente. Somos como veletas, que se mueven con cada brisa que pasa. No estamos seguros de poder mantener un estado de ánimo alegre y de buen humor durante una hora. En cualquier momento puede convertirse en un estado de desánimo, abatimiento o irritación, a causa de un imprevisto, un individuo desagradable, una palabra poco amable de un amigo o, incluso, un pensamiento pasajero.

Miles de personas estarían dichosas de poder olvidar lo que es desagradable. El hecho de pensar en ello, ya sea un problema de deudas, un problema de enemistad personal, un problema afectivo, un problema de cualquier tipo, debilita el cuerpo y la mente, y debilita el poder de la persona para resistir el problema.

El pensamiento problemático es como el agua turbia. Lo que necesitas es el poder de detener esta agua turbia y dejar que entre el agua clara. El pensamiento preocupado, la mente atormentada por el desconcierto y la ansiedad, literalmente te desangra hasta la muerte de tus fuerzas. Ser capaz de olvidar, de volver el pensamiento a un estado de ánimo más alegre, es detener esta hemorragia y recuperar la fuerza.

Pero, ¿Cómo vamos a ganar el poder de concentrar el pensamiento en cada acto, si por años de hábito perjudicial inconsciente en la otra dirección, parece que lo hemos perdido por completo? Simplemente, reza por ello, deséalo, pídelo. La concentración es una cualidad: está en los elementos. Abre tu mente a ella, y gradualmente vendrá a ti. Piensa ocasionalmente, o a intervalos regulares, en la palabra «Concentración». Una palabra es el símbolo de un pensamiento. Si colocas tu mente en ese pensamiento, aunque solo sea por unos segundos, te conectas con la corriente de pensamiento concentrado o constructivo del universo y, de este modo, atraes el elemento deseado.

Cada átomo o adición, así atraída, es una piedra más en los sólidos cimientos que estás colocando. Nunca puede perderse, aunque puede requerir tiempo antes de que esa base sea evidente para ti.

Extracto del Libro “Tus Fuerzas y Cómo Usarlas” de Prentice Mulford

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