¿ Por qué es Difícil que los Ricos Entren en el Reino de los Cielos ?

Por Charles Fillmore

Hay un reino de abundancia de todas las cosas y puede ser encontrado por aquellos que lo buscan y están dispuestos a cumplir con sus leyes.

Jesús dijo que es difícil para un hombre rico entrar en el reino de los cielos. Esto no significa que sea difícil debido a su riqueza, ya que el pobre no entra más rápido ni más fácil. No es el dinero, sino los pensamientos que los hombres tienen sobre el dinero, su fuente, su propiedad y su uso, lo que los mantienen fuera del reino.

Los pensamientos de los hombres sobre el dinero son como sus pensamientos sobre todas las posesiones; ellos creen que las cosas que salen de la tierra son suyas para reclamar y controlar como propiedad individual, y pueden ser acumuladas y controladas, sin importar cuánto otros hombres las necesiten. La misma creencia prevalece entre los ricos y los pobres, e incluso si las dos clases repentinamente cambiasen de lugar, las desigualdades de riqueza no se remediarían. Sólo un cambio fundamental en los pensamientos de riqueza, podría hacer eso.

Antes de que haya un cambio social o económico fundamental, los hombres deben comenzar a comprender su relación con Dios y con los demás, como herederos comunes del recurso universal que es suficiente para todos. Deben renunciar a algunas de sus ideas erróneas sobre sus “derechos”. Deben aprender que no pueden poseer y encerrar lo que le pertenece a Dios sin que ellos mismos sufran los efectos de ese secuestro. El pobre no es la mayor victima en esta concentración de riqueza, porque no ha concentrado su fe en las cosas materiales y encadenado su alma a ellas. Aquellos que son ricos en las cosas de este mundo debido a su dependencia, se atan ellos mismos a las cosas materiales y están en oscuridad material.

Debe sacarse de la mente cada pensamiento de posesión personal, antes de que el hombre pueda entrar en la realización del suministro invisible. No pueden poseer dinero, casas o tierras egoístamente, porque ellos no pueden poseer las ideas universales de las cuales estas son símbolos. Ningún hombre puede poseer ninguna idea como suya de forma permanente. Él puede poseer su símbolo material por un corto tiempo en el plano de los fenómenos, pero tales las riquezas son “las que la polilla y el óxido consumen, y donde los ladrones entran y roban”.

Los hombres poseen como objetos de valor su educación, oficio, capacidad o talento intelectual. Los ministros del evangelio poseen erudición o elocuencia, y se enorgullecen de estas posesiones espirituales. Sin embargo, incluso estas son cargas que deben desecharse antes de que puedan entrar en el reino de los cielos. El santo que se jacta con su santa bondad debe descargar su vanidad antes de entrar. Quien sea ambicioso para hacer el bien, para superar a sus semejantes en rectitud, debe perder su ambición y deseo, antes de contemplar el rostro del Padre que todo provee.



El reino de las causas se puede comparar con el vapor en una caldera de vidrio. Si el vidrio está limpio uno puede mirarlo directamente y no ver nada en absoluto. Sin embargo, cuando se toca una válvula de escape, el vapor sale, se condensa y se hace visible. Pero en este proceso también ha perdido su poder. La sustancia existe en un reino de ideas y es poderosa cuando es manejada por alguien que está familiarizado con sus características. El ignorante abre las válvulas de la mente y deja que las ideas fluyan hacia un reino con el que no tienen nada en común. Las poderosas ideas de la sustancia se condensan en pensamientos de tiempo y espacio, que la ignorancia concibe como necesarios para su realización. Por lo tanto, se pierde su poder, y se inaugura una ronda de siembra y cosecha para satisfacer las demandas del mundo.

Es la mente que cree en las posesiones personales lo que limita la idea completa. El mundo de Dios es un mundo de resultados que secuencialmente siguen las demandas. Es en este reino donde el hombre encuentra su verdadero hogar. El trabajo ha cesado para el que ha encontrado este reino interior. El suministro Divino se produce sin una lucha laboriosa: Desear es tener cumplimiento.

Debemos tener en nuestras finanzas, una consciencia de la permanencia de la sustancia omnipresente como habitando en nosotros. Algunas familias ricas logran conservar su riqueza, mientras que otras la disipan en una generación porque no tienen la consciencia de una sustancia duradera. Para muchos de nosotros, en materia de dinero, o bien hay un banquete o una hambruna; y necesitamos la consciencia permanente. No hay ninguna razón por la cual no deberíamos tener un flujo continuo y constante de sustancia tanto en ingresos como en salidas. Si hemos recibido libremente, también debemos dar libremente y mantener la sustancia, confiados en nuestro entendimiento que nuestro suministro es ilimitado y que siempre está al alcance de la mano en la omnipresente Mente de Dios.


“Lecciones sobre Prosperidad” por Charles Fillmore / Traduccion Marcela Allen Herrera

Fotografia de inicio por Enrique Meseguer from Pixabay


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