Prepárate para una vejez feliz

Todos los días escucho a personas de mediana edad lamentándose porque no tuvieron ventajas, o no aprovecharon las oportunidades para una educación en la juventud. Ellos creen que sus vidas serían más felices, mejores y más útiles si hubieran obtenido una educación.  

Apenas una sola de estas personas se da cuenta de que la mediana edad es el tiempo de escuela para la vejez, y que día a día se pierde o se ignora una importante oportunidad para acumular valiosos conocimientos que serán de gran importancia para hacer llevadera la vejez.

La juventud es la temporada para adquirir conocimientos y la mediana edad es la época para adquirir sabiduría. La vejez es la temporada para disfrutar de ambos; pero de las dos, la sabiduría es mucho más importante.

Por sabiduría me refiero a la filosofía que nos permite controlar nuestro temperamento, frenar nuestra tendencia a la crítica severa y cultivar nuestra amabilidad. 

La mayoría de las personas, después de los treinta y cinco, consideran que tienen derecho a estar enfadadas, irritables, ser críticas y severas, porque han vivido más que los jóvenes, porque han tenido más pruebas y desilusiones, y porque creen que comprenden mejor el mundo. Precisamente, esas son excelentes razones para ser pacientes, amables y comprensivas.

Cuanto más vivamos, más debemos darnos cuenta de la locura y vulgaridad del mal genio, la crueldad de la crítica severa y la necesidad de una visión amplia de la vida, los modales, la moral y las costumbres.

Si no nos adaptamos a los cambiantes hábitos del mundo, si no adoptamos algunas de las nuevas ideas que constantemente van surgiendo, con el paso de los años nos convertiremos en ancianos quejumbrosos, desagradables y solitarios.

El mundo no se quedará quieto por nosotros. La sociedad no usará la misma ropa ni seguirá los mismos placeres, ni tampoco prevalecerán los mismos pensamientos cuando tengamos ochenta que cuando teníamos treinta. Debemos seguir moviéndonos con el mundo o permanecer quietos y solitarios.

Después de los treinta debemos aprovechar cada hora y educarnos para llegar a una vejez agradable.

Se necesitan al menos veinte años para tener una buena educación en libros y en la tradición universitaria. Si comenzamos a estudiar a los siete, rara vez terminamos con todo lo que las escuelas comunes, escuelas secundarias, seminarios y universidades tienen para ofrecer en menos de una veintena de años. 

La educación para la edad adulta necesita plenamente tantos años. A los treinta tenemos que empezar a ser tolerantes, pacientes, serenos, confiados, solidarios y generosos. Luego, a los cincuenta, podemos esperar habernos “graduado con honores” de la escuela de sabiduría de la vida y estar preparados para los demás años de utilidad y disfrute en la práctica de estas cualidades.

En lugar de perder nuestro tiempo lamentándonos por la pérdida de oportunidades para obtener una educación temprana, dediquémonos al cultivo de la sabiduría, que es gratuita para todos los que poseen autocontrol, voluntad, fe y perseverancia.

Comienza hoy, en casa. Sé más tolerante con las faltas de los demás miembros de tu hogar. Refrena tus críticas sobre la conducta de tus vecinos. Intenta reconocer las causas que llevaron a equivocarse a aquellos que han cometido un error. Busca las cualidades admirables en cada persona que encuentres. Simpatiza con el mundo. Interésate por el progreso, interésate en los jóvenes. Mantente en contacto con cada nueva generación y no permitas envejecer en pensamiento o sentimiento.

Edúcate para una vejez encantadora. No hay tiempo que perder.


El Corazón del Nuevo Pensamiento – Ella Wheeler Wilcox 1903


¡ Suscríbete a nuestro blog!

¡Regístrate para recibir Felicidad en tu correo electrónico!

No enviamos spam. Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

ARTÍCULOS INTERESANTES

PUBLICIDAD

ARTÍCULOS INTERESANTES

PUBLICIDAD