Si en tu familia tienes niños a tu alrededor, nunca les hables enfadado, sino siempre de manera cariñosa y amable; háblales de las cosas buenas del mundo. Nunca permitas que tus hijos conozcan los problemas de tu familia, ya que sus pequeños corazones se entristecerán con las cargas de la vida muy pronto.
En todo momento evitar golpear, sacudir o agredir de alguna forma a tu hijo. Si ha actuado de alguna manera que contradiga tu deseo, dile que tú sabes que él es una buena y gran persona y que puede hacerlo mejor, pero nunca le digas que es malo o indigno, no importa qué tan lejos haya ido por el camino equivocado, ya que es un hecho conocido que algunos niños, porque les dices que son malos o perversos, pensarán que realmente lo son y seguirán siéndolo. Si les dices que son buenos, pondrás esos buenos pensamientos en su interior y tratarán de hacerlo mejor.
De igual forma, sé cariñoso y amable con tu pareja, no regreses a casa enojado(a) descargando tu ira porque las cosas en tu día no fueron como querías. Puedes explicar a tu familia cuanto los amas, pero que no te sientes bien, en lugar de usar palabras airadas que no ayudan para nada.
El círculo del hogar es la casa de Dios. Si quieres ser feliz, haz felices a los de tu hogar y Dios morará para siempre allí.
Luego, puedes ir más allá, y aplicar la misma consideración en todos lugares. Si una persona te habla enfadada o de mala manera, no te resientas, haz tu mejor esfuerzo para responderle con la mayor amabilidad posible, siempre devuelve bien por mal. Cuando puedas cultivar esta fuerza, atraerás hacia ti toda la ayuda necesaria, personas y circunstancias, y tu vida se irá elevando hacia alturas que hasta ahora no has imaginado.