La Verdadera Concentración


El gran enemigo de la concentración y por lo tanto de toda la habilidad y el poder, es la vacilación, la distracción, la mente indisciplinada. Superando esto se adquiere la concentración. Un ejército disperso e indisciplinado sería inútil. Para que sea efectivo en la acción y rápido en la victoria, debe estar sólidamente concentrado y magistralmente dirigido. Los pensamientos dispersos y difusos son débiles y sin valor. Los pensamientos reunidos, ordenados y dirigidos sobre un punto dado, son invencibles; la confusión, la duda y la dificultad, ceden ante su magistral enfoque. El pensamiento concentrado entra en gran medida en todos los éxitos e informa todas las victorias.

No hay más secreto sobre su adquisición que sobre cualquier otra adquisición, ya que se rige por el principio fundamental de todo desarrollo, es decir, la Práctica. Para ser capaz de hacer algo, tú debes comenzar a hacerlo y seguir haciéndolo hasta que lo domines. Este principio prevalece universalmente en todas las artes, las ciencias, los oficios; en todo aprendizaje, conducta, religión. Para ser capaz de pintar, hay que empezar a pintar; para saber cómo usar una herramienta con habilidad, se debe utilizar la herramienta; para convertirse en una persona culta, se debe estudiar; para llegar a ser sabio, hay que hacer cosas sabias; y para concentrarse exitosamente, el individuo debe enfocar su mente. Pero el hacer no es todo, hay que hacerlo con energía e inteligencia. 

Entonces, el inicio de la concentración es ir a tu tarea diaria y poner toda tu mente en ella, trayendo toda tu inteligencia y energía mental enfocada en lo que debe ser hecho; cada vez que los pensamientos se encuentran vagando lejos y sin rumbo, deben ser llevados inmediatamente de regreso al trabajo que se tiene a mano. Así, el “centro” sobre el cual debes enfocar tu mente, no es tu glándula pineal o un punto en el espacio, sino el trabajo que estás haciendo cada día; y tu objetivo en tal concentración, es poder hacer tu trabajo fácilmente con rapidez y habilidad perfecta; pero hasta que no hagas tu trabajo de este modo, no ganarás ningún grado de control sobre la mente; tú no habrás adquirido el poder de concentración.

Este poderoso enfoque del pensamiento, la energía y la voluntad en el hacer de las cosas, es difícil al principio – como todo lo que vale la pena adquirir es difícil – pero el esfuerzo diario, enérgicamente hecho y pacientemente seguido, pronto dará lugar tal medida de autocontrol, que te permitirá lograr una mente fuerte y penetrante para llevar a cabo un cabo cualquier trabajo; una mente que comprenderá rápidamente todos los detalles de la tarea y dispondrá de ellos con exactitud y prontitud. Por lo tanto, a medida que aumenta la capacidad de concentración, el individuo ampliará su utilidad en el esquema de las cosas y aumentará su valor para el mundo, invitando así oportunidades más nobles y abriendo la puerta a tareas más elevadas; también se experimentará la alegría de una vida más amplia y plena. 


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