Las cosas pequeñas ponen a prueba tu paciencia

En el esfuerzo por alcanzar una espiritualidad más elevada en tu vida diaria, descubrirás que las cosas pequeñas ponen a prueba tu paciencia y tus fuerzas más que las grandes.

Tanto la vida del hogar como la vida de los negocios se componen de un cúmulo de nimiedades. Hay personas que soportan las grandes dificultades con resignación y parecen ganar cierta dignidad y fuerza de carácter a través de los problemas, pero que son totalmente superados por las insignificantes contrariedades.

El “cristiano” ortodoxo de antaño era frecuentemente de este orden. La muerte, la pobreza y el infortunio los soportaba sin quejarse, y a menudo se convertía en un compañero muy agradable en los momentos de mayor dolor. Consideraba todas esas experiencias como la voluntad de Dios, y se inclinaba ante ellas. Sin embargo, si su cena llegaba tarde, si su café no estaba como le gustaba, si se perdían sus gafas, o si le pisaban el pie, se convertía en un león furioso, y su rugido conducía a su asustada familia a rincones oscuros.

Ha habido ángeles de la vecindad que velaron al lado del pecador moribundo, sostuvieron a los huérfanos y a las viudas, y soportaron grandes problemas sublimemente como mártires. Pero si un zapato polvoriento pisaba el suelo recién lavado, o el marido o el hijo llegaban tarde a la mesa del desayuno, o se quedaban afuera después de la hora reglamentaria, el ángel se convertía en un virago, o en un mosquito zumbón con un aguijón implacable.

La Nueva Filosofía exige serenidad y paciencia en las pequeñas pruebas, así como fortaleza para afrontar los grandes problemas de la vida. También exige que tratemos de evitar que los demás se irriten innecesariamente, no dando importancia a las nimiedades.

Es más probable que una persona mantenga la calma si se despierta por la noche y descubre que la casa se está incendiando, que si, al estar totalmente lista para ir acostarse, descubre que la única taza del segundo piso ha desaparecido de su tocador, o que se han olvidado traer la barra de jabón que pidió el día anterior.

Una madre soporta la aflicción de un hijo discapacitado con más ecuanimidad de lo que soportaría la continua desconsideración de un hijo sano. Ser amable significa ser reflexivo. El corazón más bondadoso y amoroso a veces se olvidará y será descuidado; pero no puede ser perpetuamente olvidadizo y descuidado de los deseos y necesidades de los demás, ni siquiera de las más insignificantes.

“El Corazón del Nuevo Pensamiento” (1903) by Ella Wheeler Wilcox

¡ Suscríbete a nuestro blog!

¡Regístrate para recibir Felicidad en tu correo electrónico!

No enviamos spam. Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Te puede interesar...