Llena tus palabras con optimismo

No hace mucho, leí el siguiente sombrío pesimismo de la pluma de un hombre lo suficientemente brillante como para hacer algo mejor que aumentar la malaria mental del mundo. Él dijo:

“La vida es una batalla sin esperanza en la cual estamos condenados a la derrota. Y el premio que nos esforzamos “por tener y retener”, ¿cuál es? Algo que no se disfruta mientras se tiene, ni se extraña cuando se pierde. Tan inútil, tan insatisfactorio, tan inadecuado para el propósito, tan falso para la esperanza y, en el mejor de los casos, tan breve, que para consolarnos y compensarnos establecimos creencias fantásticas de un tiempo posterior en un mundo mejor, del que nunca nos ha llegado ningún susurro confirmador desde el vacío. El cielo es una profecía pronunciada por los labios de la desesperación, pero el infierno es una inferencia de la historia”.

Ésta es una charla morbosa y malsana, pronunciarla o escucharla no puede hacer ningún bien a ningún ser humano. Puede deprimir y desanimar a las almas débiles y luchadoras que se esfuerzan por sacar el mejor provecho de las circunstancias, y puede alentar el suicidio de la mano de alguien medio enloquecido, que solo necesitaba una palabra de aliento y alegría para levantarse y ganar la carrera.

Este es el pecado imperdonable: hablar desalentadoramente a las almas humanas, hambrientas por esperanza. Cuando el hombre sin cerebro lo hace, puede ser perdonado porque no sabe nada mejor. Pero cuando el hombre inteligente lo hace, debería avergonzarse de mirar a los ojos a sus compañeros mortales. Es un pecado diez veces peor que dar una piedra a los que piden pan. Es dar veneno a quienes suplican por un vaso de agua fría.

¡Afortunadamente, las observaciones citadas anteriormente no contienen ni un átomo de verdad!

El escritor puede hablar por sí mismo, pero no tiene derecho a hablar por los demás. Está muy bien que un hombre marcado por la viruela diga que su rostro no tiene ni una pulgada intacta en la superficie. Pero no tiene premisas sobre las que apoyarse cuando dice que no hay un solo rostro en el mundo que esté libre de cicatrices de viruela.   

La vida no es “una batalla sin esperanza en la cual estamos condenados a la derrota”.  La vida es un glorioso privilegio y podemos hacer lo que queramos de ella, si comenzamos temprano y con entusiasmo y reconocemos nuestros propios poderes divinos. Nada puede obstaculizarnos o detenernos. Podemos hacer y ser lo que queramos. El premio de la vida no es “algo que no se disfruta mientras se tiene, ni se extraña cuando se pierde.”Hoy lo disfrutan millones de almas – este gran premio de la vida.

Por mi parte, yo declaro que por cada día de miseria en mi existencia, he tenido una semana de alegría y felicidad. Por cada hora de dolor, he tenido todo un día de placer. Por cada momento de preocupación, una hora de satisfacción. ¡Yo no puedo ser la única alma tan llena de aprecio por la vida! Conozco a decenas de personas felices que disfrutan de las muchas delicias de la tierra, y hay miles a quienes no conozco.  

Por supuesto, “la vida no se extraña cuando se pierde”, porque nunca se pierde. Es indestructible. La vida siempre fue y siempre será. Es una actuación continua. No es “inútil” para la mente sana y normal. Está llena de interés y rica en beneficiosas oportunidades. Cuando alguien dice que su vida no vale nada es porque tiene ojos y no ven, y oídos y no oyen. Es su propia culpa, no la culpa de Dios o el destino. Si para algunos la vida a veces parece “insatisfactoria” e “inadecuada” es sólo por el grito del alma inmortal que anhela mayores oportunidades y menos limitaciones.

La vida tampoco es “falsa para la esperanza”. El que confía en la Fuente Divina de la Vida, encontrará sus esperanzas más que realizadas aquí en la tierra. Solo expreso el conocimiento de miles de almas, cuando hago esta afirmación. Yo sé de qué hablo. Todos nuestros más preciados deseos vendrán a nosotros si creemos en nosotros mismos como legítimos herederos de la Opulencia Divina, y trabajamos y pensamos siempre en esa línea.

Si “ningún susurro nos ha llegado del vacío” confirmando nuestra fe en la inmortalidad, entonces, un tercio de los seres aparentemente inteligentes y cuerdos que conocemos deben ser tontos o mentirosos. Porque tenemos la completa afirmación de muchos a quienes han llegado tales susurros, además de las estadísticas bíblicas de numerosos mensajes del otro reino. “Como era al principio, es ahora y será cada vez más, por los siglos de los siglos, Amén”.

“El Corazón del Nuevo Pensamiento” (1903) por Ella Wheeler Wilcox


¡ Suscríbete a nuestro blog!

¡Regístrate para recibir Felicidad en tu correo electrónico!

No enviamos spam. Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Te puede interesar...