No Culpes a los Demás

Por James Allen.

Antes de que un hombre pueda ver incluso la necesidad de un minucioso y completo autogobierno, tendrá que deshacerse de un gran engaño en el que muchos están involucrados: la ilusión de creer que su conducta es totalmente debido a los que le rodean y no del todo a sí mismo.  – “Podría hacer mayores progresos si no estuviera obstaculizado por otros”-  o – “Es imposible para mí hacer ningún avance, ya que vivo con esta gente tan irritable”-  normalmente se expresan quejas que brotan del error de imaginar que otros son los responsables de la propia locura.

El hombre violento o irritable siempre culpa a los que le rodean por sus ataques de ira y continuamente vive en este engaño, se vuelve más y más tolerante a su imprudencia y perturbaciones. Cómo puede un hombre superar – no, ¿cómo puede incluso tratar de superar su debilidad si se convence a si mismo de que surgen enteramente de las acciones de los demás?

Todas las debilidades, pecados y caídas de un hombre toman lugar en su propio corazón, y sólo él es responsable de ellos. Es cierto que hay tentadores y provocadores, pero las tentaciones y provocaciones no tienen poder sobre aquel que se niega a responder a ellos. Los tentadores y provocadores no son más que hombres necios, y el que les da paso se convierte en un cooperador en su locura. Él es imprudente y débil y la fuente de los problemas está en sí mismo. El hombre puro no puede ser tentado; al sabio no se le provoca.

Deja que un hombre se dé cuenta plenamente de que es absolutamente responsable de todas sus acciones y él ya se ha ido a una distancia considerable a lo largo del camino que conduce a la sabiduría y la paz, porque entonces comenzará a utilizar la tentación como un medio para el crecimiento y la mala conducta de los demás va a considerarla como una prueba de su propia fuerza.

James Allen

Sócrates dio las gracias a los dioses por el don de tener una esposa gruñona que le permitió cultivar la virtud de la paciencia. Es una verdad simple y fácil de percibir -podemos hacer crecer más la paciencia viviendo con el impaciente, hacer crecer más la generosidad viviendo con el egoísta. Si un hombre es impaciente con el impaciente, él mismo es impaciente. Si es egoísta con el egoísta, a continuación, él mismo es egoísta. La prueba y la medida de la virtud es una prueba y como el oro y las piedras preciosas, cuanto más se prueba más brillante se pone. Si un hombre piensa que tiene virtud, sin embargo, reacciona cuando se presenta lo opuesto a esa virtud, que no se engañe a sí mismo, aún no ha llegado a la posesión de esa virtud.

Si una hombre se levanta y se convierte de hecho en un hombre, deja de entretener el débil y necio pensamiento, “estoy obstaculizado por los demás”, y descubre que él es obstaculizado solamente por sí mismo. Deja que se dé cuenta de que engañar a otro no es más que una revelación de su propia imperfección, y ¡he aquí! sobre él descenderá la luz de la sabiduría y la puerta de la paz se abrirá ante él y pronto se convertirá en el vencedor de sí mismo.

El hecho de que un hombre esté continuamente preocupado y perturbado por el contacto cercano con otras personas, es un indicio de que requiere tal contacto para impulsarle hacia adelante a una comprensión más clara de sí mismo y hacia un estado más alto y más firme de la mente.

Las mismas cosas que él considera como obstáculos insuperables se convertirán en las más valiosas ayudas cuando se dé cuenta plenamente de su responsabilidad moral y su poder innato para hacer lo correcto. Entonces, dejará de culpar a otros por su conducta cobarde y comenzará a vivir firmemente en todas las circunstancias. Las vendas del autoengaño caerán rápidamente de sus ojos, y verá inmediatamente que a menudo cuando se imaginaba ser provocado, él mismo era realmente el provocador. A medida que se eleva por encima de sus propios disturbios mentales cesará la necesidad de entrar en contacto con otros con las mismas condiciones y él pasará por un proceso natural, a la compañía de los buenos y los puros. Entonces él despertará en otros la nobleza, la cual él ha alcanzado en sí mismo.

¡Sé noble! y la nobleza que se encuentra en otros hombres, dormida, pero nunca muerta, se elevará en majestad para encontrarse con la tuya.

Extracto del libro “Luz en las dificultades de la Vida” por James Allen – Traducción Marcela Allen

Luz en las Dificultades de la Vida (Spanish Edition)

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