Hay una historia sobre un médico occidental que siempre hablaba de forma tan alentadora a sus pacientes que todas las familias querían que fuera a sus casas porque irradiaba valor y entusiasmo. A las personas que estaban al borde de la muerte siempre les decía que no existía ninguna razón por la que no pudieran recuperarse inmediatamente.
No tenía un gran prestigio como hombre de escuela, pero las medicinas administradas por él tenían más cualidades curativas que las mismas medicinas dadas por eruditos médicos de libro. La constante afirmación a sus pacientes: “Te recuperarás, estás mejor de lo que imaginas”, acabó convirtiéndose en su estado mental absoluto, y su presencia lo irradiaba como el sol.
Era su mente independiente, que brillaba con sus propias convicciones, la que derramaba curación. Si se hubiera dejado influir por todas las ideas de sus colegas médicos, aprendidas en el sistema tradicional de la medicina, habría sido como lo que leía en los libros y muy raramente como él mismo.
Hay personas que no nos parecen hermosas, pero, aun así, nos elevan y despiertan nuestra admiración, aunque hagan o digan muy poco. Hay algo en algunas personas que las lleva a triunfar en todas partes. ¿Qué es? Es su forma independiente de pensar, según sus propias convicciones y no las de los demás.
Hay formas de manejar tus pensamientos, con bastante independencia de lo que parece estar pasando y también de las opiniones de los demás, que te convertirán en un alma elevada en los sentimientos de la gente. No es demasiado tarde para empezar con ese modo de manejar tus pensamientos, aunque ahora tengas setenta u ochenta años en la creencia del mundo. Deberías tener un modo sistemático de razonar con poder en sí mismo para acelerarte hacia una comprensión brillante y clara del Principio.
Extracto del libro “Grandes Lecciones Metafísicas” por Emma Curtis Hopkins / Traducción de Marcela Allen Herrera
