Pierde el miedo y explora más allá

Hace algunos años, en una pequeña aldea en las montañas, a la cabeza del lago Champlain, me topé con un antiguo molino. El poder del molino era proporcionado por un caballo que caminaba con un pesado paso sobre una correa de listones que giraban continuamente.

Esta correa se mantenía moviéndose exactamente a la misma velocidad que caminaba el desanimado caballo. La correa hacia girar un cilindro, el cual, a su vez, hacia girar el molino. El caballo, con tristes ojos entrecerrados, las orejas hacia atrás y la cabeza gacha, trabajaba hora tras hora, mes tras mes. Una imagen de abatimiento y desesperanza. No es de extrañar. Encerrado en su pequeña jaula, esforzado, eternamente esforzado, sobre las mismas viejas tablillas con sus cansados ​​pasos, nunca avanzando, nunca llegando a ninguna parte.

Lo que quebró el espíritu de ese caballo y apagó la luz de sus ojos, fue la sensación de que, por mucho que trabajara, siempre debería permanecer prácticamente en el mismo punto, porque era un esclavo en una cinta de correr.

Poco después, ese abatido caballo murió. No porque el trabajo fuera duro, sino porque la esperanza había muerto. Los caballos, como las personas, viven mejor y más felices solamente a través de los logros y el cambio. El estado mental desesperanzado matará a un caballo oa un perro, de la misma forma que mata al esclavo humano en la cinta de correr industrial.

La mente humana es una cosa extraña y compleja. Crece y se vuelve más amplia y completa sólo mediante el ejercicio y la expresión en cientos de direcciones diferentes; y cuanto más completa y versátil se vuelve, más se irrita y se inquieta al ser reprimida y mantenida en el surco de la monotonía mortal. Cuando se acaba el crecimiento mental, se frustra el propósito de la vida. El ser humano prácticamente está muerto, como cualquier otro mecanismo.

El individuo moderno vive en dos mundos. El primero es el mundo del trabajo – el mundo material de la parrilla y los negocios. Ese es el mundo de la repetición interminable de innumerables ayeres, de tirar la misma vieja lanzadera de mano en mano, de tejer la misma urdimbre gris opaca y la misma trama de la vida. Esa es la existencia de la cinta de correr.

El otro mundo es el mundo del Pensamiento – el mundo del progreso mental, el mundo ideal y, al mismo tiempo, (desde el punto de vista más elevado) el mundo real, porque es el único mundo que es perdurable, el único que realmente le preocupa al Ser Real o ego. Lo que todo el mundo busca es la felicidad, y solamente en este mundo del pensamiento el individuo puede encontrar su alegría suprema.

Inmerso en la ilusión de la mera existencia material, luchando por el simple pan y mantequilla y un lugar para dormir, prácticamente paralizados en la desalentadora rutina del trabajo, la mayoría de hombres y mujeres de la vida comercial moderna caen en la perdición de la rutina y dejan de crecer, dejan de vivir en ese mundo real – el mundo del Pensamiento progresivo.

Ciertamente, es necesario el contacto con el mundo material, pero no debe dominar. Indiscutiblemente, la necesidad concentración de la mente para ganar el pan, las cosas cotidianas, sirve para desarrollar los poderes más sutiles del ego. El trabajo es una bendición y no como mucha gente piensa, una maldición. Pero la concentración nunca debe mantenerse año tras año, en un solo objeto. Debería cambiarse cien veces, de un plano a otro.

La vida debería ser una serie en constante expansión de nuevos experimentos y experiencias. Así como los músculos y los órganos, si no se utilizan durante mucho tiempo, disminuyen y se atrofian e incluso desaparecen a causa de la enfermedad, las facultades mentales, si no se expresan mediante el cambio de experiencias, se vuelven atrofiadas e inútiles.

El desarrollo humano no necesita límites. La persona que se propone explorar la geografía de su propia alma, al igual que Colón, no debe tener miedo, ni pensar que llegará al borde del mapa y caerá.

Los poderes del ser interior están vinculados al Infinito; pero la persona dormida, cuyo ser más elevado sigue aun siendo un libro cerrado, no sabe esto. Las facultades, por las cuales pueden percibirlo, se han atrofiado por el desuso. Tus posibilidades de desarrollo mental y espiritual son infinitas, pero la existencia en la cinta de correr te las adormecerá.

Tú no eres la suma de lo que pones en ti desde fuera, sino que eres el producto de lo que tus experiencias y tu pensamiento despliegan desde adentro y sacan desde ti mismo. El conocimiento no es poder. Sólo el conocimiento puesto en uso, es poder.

La persona ideal y versátil se hace así estudiando, pensando, investigando sin miedo, todo en el mundo de las cosas materiales, ciencia, religión, sociología, arte, filosofía y ocultismo. Se hace más grande tirando cada naranja después de haberla exprimido. Está lleno de opiniones heterodoxas y herejías encantadoras, pero no vacila. Como Goethe, Gladstone, Lincoln, Morris, Roosevelt y un millón de otros grandes personajes, finalmente, encuentra su gran trabajo experimentando con muchas líneas menores. Él no está insatisfecho ahora, sino que está insatisfecho por siempre. Nunca deja de subir la escalera del logro.

Las personas versátiles a veces “abarcan demasiado” para un gran éxito, pero sin duda, llevan una vida mucho más amplia y grandiosa que la de aquellos cuyo lema es: “Esto es lo único que hago”.

 

Adaptación artículo de Grant Wallace, Revista del Nuevo Pensamiento, 1907

 



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