Por Thomas Troward.
Todo el objetivo de la Biblia es combatir la idea de dos fuerzas opuestas en el mundo. La buena noticia, se nos dice, es la de “reconciliación” (2 Corintios 5:18), donde también se nos dice que “todo proviene de Dios” por lo tanto, no deja espacio para ningún otro poder o cualquier otra sustancia; y la gran falsedad – que es el propósito de la Buena Nueva exponer – está en todas partes en la Biblia proclamada como la sugestión de dualidad, que es otro modo de Vida, que no es la Vida Única, sino algo separado de ella, una idea que es imposible establecer claramente sin implicar una contradicción de términos.
En todas partes la Biblia expone la ficción de la dualidad de la separación como la gran mentira, pero en ninguna parte es tan enfática y concentrada como en ese maravilloso pasaje de Apocalipsis donde figura en el misterioso Número de la Bestia. “El que tiene entendimiento, que calcule el número de la Bestia … y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis 13:18). Permíteme señalar el gran principio expresado en este número misterioso. Tiene otras aplicaciones más particulares, pero este principio general subyace a todos ellos.
Es una máxima establecida que cada unidad contiene en sí misma una trinidad, al igual que el hombre individual consiste en cuerpo, alma y espíritu. Si queremos entender perfectamente cualquier cosa, debemos ser capaces de comprenderlo en su triple naturaleza; por lo tanto, en la numeración simbólica, la multiplicación de la unidad por tres implica la integridad de aquello que representa la unidad y, nuevamente, la triple repetición de un número, representa su extensión a infinito. Ahora, señala cuál es el resultado si aplicamos estos métodos representativos de expresión numérica a los principios de Unidad y de separación, respectivamente.
La Unicidad es Unidad y 1×3 = 3 lo que, aumentado a su máxima expresión, se escribe como 333. Ahora aplica el mismo método a la idea de separación. La separación consiste en uno y otro uno, cada uno de las cuales – según la ley universal- contiene una trinidad. En esta visión de dualidad, la totalidad de las cosas es dos y 2×3 = 6 y aumentando esto a su máxima expresión obtenemos 666, que es el Número de la Bestia.
¿Por qué de la bestia? Porque la separación de Dios o la dualidad de la oposición, que también es una dualidad de polaridad, que es la Unidad-Dual, reconoce algo como teniendo un ser esencial, que No es el Espíritu Único; y tal concepción puede ser presentada verbalmente solo por una palabra que en común aceptación representa algo, no solo más bajo que lo Divino, sino también más bajo que lo humano. Es porque la concepción de uno mismo como un ser separado de Dios, si es llevada a sus legítimas consecuencias, en última instancia debe desembarcar todo lo que sostiene, en una condición donde la abierta ferocidad o la secreta astucia, la naturaleza del tigre o la naturaleza de la serpiente, puede ser la única regla de acción posible.
De este modo, el principio de la presente era, no puede formar parte de ese principio de Perfecta Totalidad que el Gran Maestro encarnó en su enseñanza y en sí mismo. Las dos ideas son absolutamente incompatibles y cualquiera que adoptemos como nuestro principio fundamental, debe ser la completa exclusión del otro; no podemos servir a Dios y a Mammón. No hay tal cosa como la totalidad parcial. O bien, todavía estamos en el principio de Separación y nuestros ojos aún no están abiertos a la verdadera naturaleza del Reino de los Cielos o bien, hemos captado el principio de la Unidad sin ninguna excepción en ninguna parte.
El Ser Único incluye todo, el cuerpo y el alma por igual, la forma visible y la sustancia invisible y la vida de todos por igual; nada puede ser dejado fuera y estamos completos aquí y ahora, sin carecer de ninguna facultad, sino que solo requerimos ser conscientes de nuestros propios poderes y aprender a tener confianza en ellos “por el uso tenerlos ejercitados”.
Extracto del Libro “Tu Poder Oculto” por Thomas Troward- Wisdom Collection
