¿Te sientes desdichado? Analiza cuál es la verdadera causa de tu infelicidad

¿Te sientes desdichado? Detente y pregúntate por qué. Si es por un gran dolor, el tiempo será tu consuelo. Pero debes saber que hay un efecto ennoblecedor y enriquecedor cuando soportamos el dolor. Es la educación del alma.

Ahora, si la causa de tu infelicidad son las pequeñas preocupaciones y pruebas, te estás desgastando en vano; y si estás permitiendo que las pequeñas cosas te irriten, te atormenten y estropeen tus hermosos días, toma las riendas y cambia tus caminos. Puedes hacerlo si lo deseas.

Es lamentable observar qué tipo de problemas padecen la mayoría de las personas infelices. He visto a una hermosa joven arrugarse y palidecer por el simple hecho de imaginar que sus conocidos la “despreciaban” o la desatendían.  Alguien le respondió con frialdad, otro le habló con arrogancia, un tercero no la invitó, un cuarto no le hizo una llamada, y así sucesivamente – siempre había un agravio que relatar, mientras uno no estuviera dispuesto a parecer complaciente al verla.

¡Y estas quejas tan mezquinas pueden estropear cualquier vida grandiosa y buena! Y todo fue el resultado de su propia disposición. Si hubiera optado por mirar el aprecio, la atención y la buena voluntad, lo habría encontrado en todas partes.

Ahora,  ¿qué hay con tu temperamento? ¿se desata por una minucia? ¿Te haces miserable, a ti mismo y a todos los demás, si una silla está fuera de lugar, o se atrasa una comida, o algún miembro de la familia llega tarde a la cena, o el cordón de tu zapato está enredado o perdiste un botón de la camisa? ¿Tienes un colpaso nervioso si te ves obligado a repetir un comentario a alguien que no te entendió?

He visto un hogar arruinado por esas infinitesimales contrariedades. Esa irritablidad es un hábito, como el hábito de las drogas o el alcohol.  Todo lo que necesitas hacer es detenerlo. Cuando sientas que te estás enojando, evita que tu voz se eleve y habla despacio y con calma. Date cuenta de lo ridículo y desagradable que serás si continúas; qué vejez tan desagradable y espantosa estás preparando para ti. Y date cuenta de que tener mal temperamento es un signo de vulgaridad y falta de cultura.

Piensa en el valor de cada día de la vida, cuánto significa y qué posibilidades de felicidad y utilidad contiene si se emplea bien.

Pero si te abarrotas como una anaconda, te concentras en las pequeñas preocupaciones y te enojas por la más mínima insignificancia, estás cometiendo una locura tan grande e inexcusable como si arrojaras tus muebles, tu ropa, tu comida y combustible al mar con un espiritu de caprichosa crueldad. Estás desperdiciando la vida por nada. Cada día que pasas triste y enfermo es un pecado contra la vida.

Obtén salud, sé alegre, mantén la calma. Limpia tu mente de todo pensamiento sombrío, egoísta, enojado o vengativo. No permitas que el resentimiento o el rencor hacia las personas o el destino permanezca en tu corazón durante la noche.

Despierta por la mañana con una bendición en tus labios y en tu alma para cada ser vivo . Di a ti mismo: “La salud, la suerte, el éxito, son míos. Yo los reclamo”. Continua manteniendo ese pensamiento, sin importar lo que pase, tal como pondrías un pie tras otro si tuvieras que escalar una montaña. Sigue, sigue, y de pronto te darás cuenta de que estás en las alturas, la suerte está de tu lado.

Quien sigue esta receta no puede fallar en la felicidad, la buena fortuna y la vida útil. Pero no servirá de nada decir las palabras una vez y luego volver a la ira, el egoísmo, la venganza y la tristeza. Las palabras deben repetirse una y otra vez, y cuando no se digan, debes pensarlas y vivirlas .

 

El Corazón del Nuevo Pensamiento, por Ella Wheeler Wilcox

 

 

 



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