Todos hemos sentido alguna vez la punzada de la decepción cuando las cosas no salen como esperábamos. Ya sea en el trabajo, en nuestras relaciones o incluso en pequeños planes diarios, parece que cuanto mayores son nuestras expectativas, más profundo es el golpe de la realidad. ¿Pero, la fuente de nuestro descontento es realmente el mundo exterior, o será la forma en que procesamos nuestras experiencias internamente?
Esta pregunta nos lleva a una reflexión importante: a menudo atribuimos nuestra desdicha a las acciones de los demás. Pero si profundizamos más, podríamos descubrir que no son las personas las que nos causan dolor, sino nuestra propia lucha interna cuando la vida no se ajusta a nuestras expectativas. Este artículo profundiza en cómo manejar estas diferencias y cómo encontrar refugio en la aceptación.
El Guion Subconsciente de las Relaciones
Desde el día que llegamos al mundo, cada uno de nosotros empieza a escribir su propia historia. Somos al mismo tiempo el protagonista, el director de escena y, sobre todo, el que lleva la pluma en este cuento personal. Con cada decisión y cada giro en nuestro camino, algo interesante pasa que no siempre notamos. Empezamos a imaginar cómo deberían actuar las personas que nos rodean, casi como si les diéramos un papel en nuestra obra sin que ellos lo sepan. Este conjunto de “deberías” surge de las profundidades de nuestro subconsciente, tejidos por todas esas cosas que hemos recogido a lo largo de la vida, desde que éramos niños hasta hoy. Pero aquí surge el problema: la vida rara vez se pega al guion. Y cuando alguien hace algo que no esperábamos, alguien no sigue estas reglas no escritas, nos sentimos ofendidos, frustrados o incluso heridos.
El Dolor de la Expectativas No Cumplidas
Veámoslo con un ejemplo: Imagina que es tu aniversario y esperas que tu pareja lo recuerde con un detalle especial, ya que, de acuerdo a la información registrada en tu interior, eso significa que te ama. Pero si el día pasa sin reconocimiento, la mente puede interpretar este olvido como una señal de que no te valora o no te ama lo suficiente, esto te lleva a sentir tristeza y resentimiento. La diferencia entre lo que tú esperabas y la realidad es lo que provoca dolor, no necesariamente la acción (o inacción) de tu pareja.
Aceptación: El Antídoto Perfecto
Pero aquí radica la lección más valiosa para nuestra paz interior: la aceptación. Se trata de aceptar a los demás tal y como son, permitiéndoles vivir según su propio guion, sin forzarlos dentro del molde de nuestras expectativas. Cada persona es un universo en sí mismo, actuando desde su conjunto único de experiencias y creencias. Reconocer que cada uno está haciendo lo mejor que puede con lo que sabe no solo es liberador, sino también un acto de compasión y humanidad.
Sin duda, parte de esa compasión surge de una verdad simple, pero a menudo olvidada: nadie ve el mundo de la misma manera. Nuestras experiencias de vida, tan distintas como nuestras huellas digitales, dan forma a cómo interpretamos todo lo que nos rodea. Incluso los hermanos que han crecido en el mismo hogar pueden tener perspectivas completamente diferentes sobre los mismos eventos. Si esto es cierto para las personas que comparten tanto, ¿cómo podríamos esperar que los demás vean y sientan el mundo exactamente como nosotros?
Viviendo Sin Expectativas
Liberarte de las expectativas te permite vivir con autenticidad, sin las cadenas de cómo creemos que ‘deberían’ ser las cosas o las personas. Imagina cómo sería relacionarte con los demás sin el peso de cómo ‘deberían’ ser. Al enfocarte en tu propio guion y honrar el de los demás, abrirás las puertas a una vida más plena y armoniosa. Prueba empezar cada día con una mente abierta, liberándote de la carga de las expectativas pasadas, y observa cómo cambia tu mundo.
Marcela Allen Herrera. Experta en Mindfulness y Filosofía del Nuevo Pensamiento.