No Necesitas Renunciar a Nada para Ser Feliz

Detente un momento y observa la vida de aquellos sumergidos en sus afanes y sueños, persiguiendo lo que la sociedad etiqueta como “éxito y fortuna”, así como la de aquellos que simplemente se dejan llevar por el flujo de la vida. Pronto descubrirás una verdad evidente: la felicidad no figura en la lista de prioridades de la mayoría, incluso cuando afirman lo contrario.  

Resulta paradójico que muchos estén dispuestos a intercambiar su felicidad por emociones pasajeras y destructivas como el resentimiento, los celos, o la ira. Sin embargo, cuando se trata de hacer un cambio a favor de su alegría, se encuentran con un muro de justificaciones y excusas.

Es sorprendente observar cómo el ser humano es capaz de fabricar su propia desdicha en un escenario que podría estar exento de ella. Es como si fuéramos artistas, pero en lugar de pintar hermosos paisajes, nos especializamos en retratar tormentas internas.

Lo irónico del asunto es que alcanzar un estado de alegría genuina es más sencillo de lo que imaginamos; no necesita grandes logros, solo de la capacidad de estar presentes y permitirnos disfrutar del momento. Sin embargo, parece que hemos decidido complicarlo todo con nuestras listas de condiciones y expectativas, como si la felicidad fuera algo que debemos merecer o alcanzar cumpliendo ciertos criterios. Imagina poder afirmar: “Elijo ser feliz”, sin más. Pero, en cambio, lo que muchas veces decimos es: “Seré feliz cuando…”, imponiendo obstáculos innecesarios en la búsqueda de la felicidad.

Incluso aquellos que gozan de buena salud para disfrutar de la vida; con una familia para compartir alegrías profundas, encuentran la forma de atormentarse. Se obsesionan con lo que les falta, con lo que han perdido o con lo que aún no han logrado. Como viajeros a través del tiempo, se mueven entre el pasado y el futuro, ignorando la felicidad que les aguarda en el aquí y ahora. No me excluyo de este comportamiento; a menudo, yo también me convierto en esa viajera del tiempo. Y es precisamente por eso que lo menciono, porque lo vivo y lo entiendo.  

Al observar a los demás y reflexionar sobre mí misma, me convenzo cada vez más de que el verdadero interés por encontrar la felicidad es un sendero raramente elegido. La tendencia a sacrificar momentos de dicha por nimiedades es realmente un tema digno de análisis. Nos cuesta tanto aprender que no es necesario renunciar a nada para alcanzar la verdadera felicidad; no tenemos que abandonar las cosas simples ni los momentos cotidianos que nos brindan alegría. No es necesario cambiarlos por aquello que creemos que nos hará más felices según estándares ajenos. La auténtica felicidad surge cuando valoramos y nos regocijamos en las pequeñas experiencias y momentos compartidos con las personas que queremos, reconociendo que estos, en su simplicidad, son fuente de una alegría profunda y duradera.

Esta revelación puede ser una de las lecciones más simples, y a la vez más profundas, en nuestro viaje por la vida.

Por Marcela Allen Herrera. Experta en Mindfulness y Filosofía del Nuevo Pensamiento.

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