La Verdad sobre el Bien y el Mal

Thomas Troward.

Las condiciones mezcladas e inciertas entre las que vivimos, representan con mucha precisión nuestros modos de pensamientos mezclados e inciertos. Pensamos desde el punto de vista de una mezcla de bien y mal, y no tenemos certeza de cuál es realmente el poder controlador.

El Bien – decimos nosotros- trabaja “dentro de ciertos límites”, pero no podemos adivinar quién o qué fija esos límites; en breve, si analizamos la creencia media de la humanidad como se representa en los países cristianos en la actualidad, se resuelve en una creencia en una especie de lucha entre Dios y el Diablo, en donde algunas veces uno es superior y a veces, el otro; y así perdemos por completo la concepción de un control definitivo por parte del Poder del Bien actuando constantemente de acuerdo con su propio carácter, y no sujeto al dictado de algún Poder Malvado que prescribe “ciertos límites” para él.

Este balance entre el bien y el mal es, sin duda, el estado actual de las cosas, pero es el reflejo de nuestro propio Pensamiento y, por lo tanto, el remedio de ello es ese conocimiento de la Ley interna que nos muestra que nosotros mismos estamos produciendo los males que deploramos. Es por este motivo que el apóstol nos advierte contra las enemistades, pleitos, iras y contiendas [Gálatas 5:20]. Todos proceden de una negación del Poder Creativo de nuestro pensamiento; en otras palabras, la negación de que el hombre es la “imagen de Dios”. Proceden de la hipótesis de que el bien sólo puede existir “dentro de ciertos límites” y que, por tanto, nuestro trabajo no debe dirigirse hacia la producción de más bien, sino a luchar por una mayor parte de la cantidad limitada del bien que ha sido repartido al mundo por una Deidad en quiebra.

Si esta lucha es entre individuos en el mundo comercial, o entre clases en la vida social, o entre naciones en el glorioso juego del asesinato con los mejores accesorios modernos, el principio subyacente es siempre el de la competencia, basado en la idea de que la ganancia de uno sólo puede asegurarse con la pérdida de otro, en consecuencia, lo que nos impide hoy “Entrar en reposo” es la misma causa que produjo el mismo efecto en el tiempo del salmista, “Ellos no pudieron entrar a causa de su incredulidad”, y “Ellos ponían limite al Santo de Israel “.  

Mientras persistamos en la creencia de que las verdaderas causas originarias de las cosas se encuentran en cualquier lugar, menos en nuestra propia actitud mental, nos condenamos a un esfuerzo y una lucha interminable.  Pero si, en lugar de mirar las condiciones, nos esforzamos por reconocer la Primera Causa como aquello que actúa independientemente de todas las condiciones – ya que las condiciones fluyen de ella y no al revés – deberíamos ver que toda la enseñanza de la Biblia intenta llevarnos a entender que, debido a que el hombre es la imagen de Dios, él nunca puede despojar a su pensamiento de su inherente poder creativo; y por este motivo nos presenta la bondad ilimitada del Padre Celestial como el modelo a seguir en nuestro propio uso de este poder. “Él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y envía su lluvia sobre el justo y sobre el injusto”. En otras palabras, la Primera Causa Universal no tiene que ver con las condiciones preexistentes, sino que continuamente irradia su energía creativa, transmutando el mal en el bien y el bien en algo aún mejor; y dado que es prerrogativa del hombre usar el mismo poder creativo desde el punto del individuo, debe usarlo de la misma manera si quiere producir efectos de Vida y no de muerte.

Él no puede despojar a su pensamiento de su poder creativo, pero depende de él elegir entre la vida y la muerte, de acuerdo con la forma en que lo emplea. Cuando se da cuenta de que las condiciones se crean desde adentro y no desde afuera, comienza a ver la fuerza de la invitación del Maestro: “Vengan a mí todos los que están cansados y cargados, y yo los haré descansar”; él ve que lo único que le ha  impedido entrar en el reposo ha sido la incredulidad en la ilimitada bondad de Dios, y en su propio poder ilimitado de atraer desde ese inagotable almacén; y cuando así nos damos cuenta de la verdadera naturaleza de la Ley Divina del suministro, vemos que depende, no de tomar de otros sin dar un equivalente justo, sino más bien en “dar buena medida apretada, remecida y rebosante”

La Ley Creativa es que la cualidad del Pensamiento que inicia cualquier cadena particular de causa y efecto, continúa a través de cada eslabón de la cadena, y por lo tanto, si el Pensamiento originario es de absoluta bondad en sí mismo de la creación prevista, independiente de todas las circunstancias, entonces esta cualidad será inherente no sólo a la cosa inmediatamente creada, sino también en toda la incalculable serie de resultados que fluyen de ella.

De esta forma, hacer bien nuestro trabajo por su propio beneficio, es la forma más segura de hacerlo regresar a nosotros en una rica cosecha, lo que hará por una ley natural de Crecimiento, si sólo le damos tiempo para crecer.

Gradualmente, uno tras otro descubre esto por sí mismo, y el eventual reconocimiento de estas verdades por la masa de la humanidad hará que “se regocije el desierto y florezca como la rosa “(Isaías 35:1). Que cada uno, por tanto, participe alegremente en la construcción del Templo, en el que se ofrecerá, para siempre, la doble adoración de Gloria a Dios y Buena Voluntad al Hombre.


Extracto del Libro ‘Misterio y Significado de la Biblia’ por Thomas Troward – Wisdom Collection


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