La armonía se refleja cuando vives “el presente”

¿Sabes lo maravillosamente complejo que es un ser humano? Cada característica, cada parte de su cuerpo, cada movimiento que realiza refleja su organización mental.

Conozco a una mujer, pasada la mediana edad, la cual siempre está en el lado opuesto de cada asunto discutido en su presencia. Ella es agnóstica con los ortodoxos, devota con los ateos, liberal con los estrechos, intolerante con los liberales. Cualquiera sea la creencia que alguien exprese sobre cualquier tema, ella invariablemente tomará el otro extremo. Le encanta estar en desacuerdo con sus semejantes. Es su pasatiempo favorito.

Ahora, caminar con esa mujer en silencio, es simplemente continuar una discusión sin palabras. No puedes regular tus pasos para que armonicen con los de ella. Ella estará justo delante o detrás de ti, y si quieres doblar hacia la izquierda, ella irá hacia la derecha. Un paseo con ella es más agotador que un día de trabajo.

Ella no es consciente de ello, y consideraría muy irrazonable e injusto a cualquiera que hablara de sus peculiaridades.

Conozco a otra mujer que toda su vida ha estado buscando la felicidad, la paz y la satisfacción, y nunca ha encontrado ninguna de ellas, porque nunca ha buscado en su propia alma.

Ella era una chica inquieta y se casó creyendo que la vida doméstica era la meta de sus sueños. Pero ella no estaba feliz allí y suspiraba por la libertad. Ella quería mudarse, y se mudó, una, dos, tres veces, a diferentes puntos de Estados Unidos. Ella seguía descontenta con cada cambio. Hoy en día posee todas las comodidades y los lujos que la vida puede ofrecer, pero es la misma alma inquieta.

Le gusta leer, pero siempre anhela el libro que no posee. Si está en la biblioteca, con los estantes llenos de libros, va a la buhardilla y busca en cajas viejas un libro o un papel que se ha dejado a un lado. Si está en una galería de arte, quiere ir a la ventana y mirar hacia la calle, pero cuando está en la calle se aburre y anhela entrar en la casa. Si un miembro de la familia está ausente, no disfruta de la compañía de los que están en casa; sin embargo, cuando ese ausente regresa, su mente se desvía en busca de una felicidad imaginaria que no se encuentra allí.

Me pregunto si esas almas alguna vez encontrarán lo que buscan, incluso en el reino espiritual, o si seguirán buscando y siempre buscando algo más allá.

Es un gran regalo aprender a disfrutar el presente, sacar todo lo que hay en el, y pensar en el día de hoy como un pedazo de la eternidad.

Comienza ahora a aprender este gran arte si no lo has aprendido antes. Recuerda que para poder disfrutar del cielo, primero hay que aprender a disfrutar de la tierra.

 

El Corazón del Nuevo Pensamiento, 1903



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