Ley de la Sustitución

Por Emmet Fox

Hay algunas grandes leyes que gobiernan todo pensamiento, de la misma forma que hay algunas leyes fundamentales en química, en física y en mecánica, por ejemplo. Sabemos que el control del pensamiento es la clave del destino, y para aprender el control del pensamiento debemos conocer y comprender estas leyes, al igual que el químico debe comprender las leyes de la química, y el electricista debe conocer las leyes de la electricidad. Una de las grandes leyes mentales es la Ley de la Sustitución. Esto significa que la única forma de deshacerse de cierto pensamiento es sustituirlo por otro. Tú no puedes descartar directamente un pensamiento. Solo puedes hacerlo sustituyéndolo por otro.  

En el plano físico, este no es el caso. Puedes dejar caer un libro o una piedra simplemente abriendo la mano y soltándola; pero con el pensamiento esto no funciona. Si quieres descartar un pensamiento negativo, la única forma de hacerlo es pensar en algo positivo y constructivo. Es como si para dejar caer un lápiz fuera necesario poner un bolígrafo o un libro o una piedra en la mano, entonces, el lápiz se caería.

Si te digo: “No pienses en la Estatua de la Libertad”, por supuesto, inmediatamente piensas en ella. Si dices “no voy a pensar en la Estatua de la Libertad”, eso es pensar en ello. Pero ahora, habiendo pensado en ello, si te interesas en otra cosa, por ejemplo encendiendo la radio, te olvidas por completo de la Estatua de Libertad, y este es un caso de sustitución.

A veces sucede que los pensamientos negativos parecen asediarte con tal fuerza que no puedes superarlos. Eso es lo que se llama un ataque de depresión, o un ataque de preocupación, o quizás incluso un ataque de rabia. En tal caso, lo mejor es ir a buscar a alguien con quien hablar sobre cualquier tema, o ir a ver una buena película o una obra, o leer un libro interesante, puede ser una buena novela o una biografía o un libro de viajes, o algo de ese tipo. Si te sientas a luchar contra la marea negativa, probablemente sólo logres amplificarla.

Dirige tu atención a algo bastante diferente, negándote firmemente a pensar o recrear la dificultad y, más tarde, una vez que te hayas alejado por completo de ello, volver con confianza y manejarlo con tratamiento espiritual. “Les digo que no resistan el mal” (Mateo 5:39)


 

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