El proceso creativo, en primera instancia, es puramente una cuestión de sentimiento – exactamente como hablamos de “Motivo” en una obra de arte.
Ahora, es a este sentimiento original al cual debemos entrar, porque es la fuente y origen de toda la cadena de causalidad que sigue a continuación. Entonces, ¿qué puede ser este sentimiento original del Espíritu? Puesto que el Espíritu es Vida en sí mismo, su sentimiento sólo puede ser para la expresión más plena de la Vida – cualquier otro tipo de sentimiento sería autodestructivo y por lo tanto, inconcebible.
Entonces la plena expresión de la Vida implica Felicidad, y la felicidad implica armonía, y la armonía implica orden, y el orden implica proporción, y la proporción implica belleza; así que al reconocer la tendencia inherente del Espíritu hacia la producción de Vida, también podemos reconocer una similar tendencia inherente a la producción de estas otras cualidades; y puesto que el deseo de otorgar una vida plena y feliz sólo se puede describir como Amor, podemos resumir todo el sentimiento, que es el impulso original de movimiento en el Espíritu, como Amor y Belleza – el Espíritu encuentra expresión a través de formas de belleza en los centros de vida, en armoniosa relación recíproca con sí mismo. Esta es una declaración generalizada del amplio principio por el cual el Espíritu se expande desde lo más interno a lo más externo, de acuerdo con una Ley de tendencia inherente en sí mismo.
Se ve a sí mismo, como si fuera reflejado en varios centros de vida y energía, cada uno con su forma apropiada; pero en primera instancia, estos reflejos no pueden existir excepto dentro de la mente originadora. Tienen su primer comienzo como imágenes mentales, por lo que además de los poderes de Inteligencia y Selección, también debemos reconocer que la Imaginación pertenece a la Mente Divina; y debemos imaginar estos poderes como trabajando desde el motivo inicial de Amor y Belleza.
Extraído del libro “Conferencias Dore” por Thomas Troward /Traducción Marcela Allen Herrera
